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Lula es investido presidente por tercera vez

Este pasado 1 de enero, Luiz Inácio Lula da Silva, líder del Partido de los Trabajadores (PT) y más conocido como Lula, fue investido presidente de Brasil tras la celebración de las elecciones generales de octubre en un momento de crisis política y social y división ideológica.

Lula, el vencedor indiscutible en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de octubre con el resultado más ajustado de su democracia —50,90%, frente al 49,10% de su rival, Jair Bolsonaro, según mostraron los datos oficiales—, fue investido este domingo en el Congreso Nacional de Brasil como presidente para los siguientes cuatro años.

Una vez el actual jefe del Estado desfiló junto a Rosângela «Janja» da Silva, su mujer, el vicepresidente Geraldo Alckmin, y su respectiva mujer, Maria Lúcia Ribeiro, en un Rolls Royce «Silver Wraith» sin capota de la Presidencia brasileña frente a decenas de personas que lucían el rojo del PT en la Explanada de los Ministerios, comenzaron los actos previos a la ceremonia de investidura.

En la sede del Poder Legislativo, se congregaron las delegaciones de 68 países, entre ellos, el rey Felipe VI en representación de España, la vicepresidente segunda y ministro de Trabajo, Yolanda Díaz, y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, así como los presidentes de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Alemania y Portugal; no obstante, no estuvo presente Bolsonaro, quien todavía no ha reconocido su derrota y que tomó rumbo a Estados Unidos el viernes, 30, saltándose el protocolo, ya que el dirigente saliente tiene la obligación de entregar la banda presidencial al actual.

Ante amenaza de atentado, la investidura ha estado marcada por un refuerzo policial en las calles, al igual que bloqueos en varios lugares de Brasilia —de hecho, según fuentes de Reuters, la política ha terminado arrestando a un hombre con un artefacto explosivo y un cuchillo que tenía la intención de acceder a la Explanada—.

El actual presidente constitucional de Brasil, tras jurar el cargo por tercera vez, pues fue presidente de forma consecutiva entre 2003 y 2010, ha centrado su primer discurso ante el Parlamento en la defensa de la democracia, el medioambiente, el indigenismo y la igualdad de género.

Lula afirmó que «Si estamos aquí, es gracias a la conciencia política de la sociedad brasileña» y que «fue la democracia la gran victoriosa» que «superó» las «más violentas amenazas a la libertad del voto» en una clara referencia a la campaña en contra del sistema electrónico de urnas impulsada por el expresidente Jair Bolsonaro.

Da Silva, que se ha propuesto «reconstruir el país» después del «desastroso» mandato de su predecesor, ha fijado como uno de sus primeros objetivos, rescatar del hambre a 33 millones de personas y de la pobreza a más de 100 millones, pues Bolsonaro ha «esquilmado los recursos» con el «proyecto de destrucción nacional» que llevó a cabo.

En lo que respecta al medioambiente, ha asegurado que pondrá fin a la deforestación ilegal del bosque tropical del Amazonas, pues «no podemos admitir que sea una tierra sin ley, no vamos a tolerar la degradación del medioambiente que tanto mal ha hecho a nuestro país», ya que durante el Gobierno de Bolsonaro, defensor de la explotación de minerales y madera en reservas indígenas, los datos de deforestación e incendios aumentaron considerablemente en la Amazonía.

También ha defendido que «Los pueblos indígenas necesitan tener sus tierras demarcadas y libres de las amenazas de actividades económicas ilegales y depredadoras. Necesitan que se preserve su cultura, se respete su dignidad y se garantice su sostenibilidad. […] son guardianes de nuestros ríos y bosques, y parte fundamental de nuestra grandeza como nación» —por esta razón, están creando el Ministerio de los Pueblos Indígenas con la finalidad de «combatir 500 años de desigualdad».

Lula ha defendido, además, el regreso del Ministerio de la Mujer, ya que, en Brasil, las mujeres «Necesitan ganar cada vez más espacio en los órganos de decisión de este país […] en todas las áreas estratégicas» y «[…] deberían ser lo que quieran ser, deberían estar donde quieran estar», así como porque no debe seguir habiendo «opresión impuesta a las mujeres», las cuales están expuestas «diariamente a la violencia en las calles y dentro de sus propios hogares» y porque poseen «salarios inferiores a los de los hombres» por el mismo trabajo».

Por otro lado, habló de que Bolsonaro vació “los recursos de la sanidad” y desmanteló “la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología” y se comprometió a investigar el «genocidio de la pandemia», pues en palabras de Lula, «las responsabilidades por este genocidio han de ser investigadas y no deben quedar impunes», ya que durante la crisis sanitaria provocada por el covid-19, perdieron la vida casi 695.000 personas en Brasil. 

También ha prometido «retomar la integración» en Iberoámerica para tener «un diálogo activo y altivo» con las otras naciones del mundo y poner fin a «el aislamiento al que fue sometido en los últimos años». «Retomaremos la integración a partir del Mercosur, con la revitalización de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y otras instancias soberanas» que tienen lugar en Hispanoamérica.

Tras la finalización del discurso, fue directo a la sede del Gobierno, al Palacio de Planalto a saludar a las casi 300.000 personas reunidas en la Explanada de los Ministerios y rompió a llorar hablando de las familias que necesitan rebuscar en la basura para comer.

En ese mismo lugar, recibió la banda presidencial por personas mayormente anónimas —una mujer negra que recolecta basura reciclable, un profesor, un joven con parálisis cerebral, un niño negro de la periferia de Sao Paulo, una cocinera, un obrero metalúrgico y el líder indígena Raoni Metuktire. 

Por último, las ceremonias oficiales han terminado con una recepción a las delegaciones extranjeras en el Palacio de Itamaraty, sede de la cancillería, y muy cercana a la sede del Gobierno.

Lula da Silva, ganador de las elecciones generales de Brasil con la diferencia más reducida de su democracia y con el país inmerso en una crisis política y social y división ideológica, ha sido investido presidente de la República Federativa de Brasil este 1 enero en una ceremonia sin Bolsonaro, que viajó este viernes a EE.UU. sin reconocer su derrota.

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